Once de Marzo
No estábamos haciendo el amor, no, el once de marzo del dos mil cuatro, cuando los trenes estallaron sobre las vías y Atocha olió a carne quemada a sangre menstrual a muerte el olor del infierno el olor de las heridas. No estábamos haciendo el amor, no, esa mañana de apariencia inocente cuando el terror explotó sus bombas incendiarias y el humo asfixiaba los pulmones hinchaba los ojos exprimía los cerebros. No éramos dos éramos muchos más éramos mil esta vez sangrando por los oídos estupefactos ante la muerte indefensos ante la crueldad niños de pecho súbitamente huérfanos. ¿Dónde estaban las madres ya sin hijos? ¿Dónde los hijos ya sin padre? No hacíamos el amor esa mañana, no, como todos aquellos que súbitamente segados terriblemente arrancados de sus cuerpos separados para siempre cerraron sus ojos al color del cielo a la rara luminosidad del amanecer. En algún momento pensé que era un bárbaro castigo de dioses iracundos –todos los dioses son iracundos y salvajes– por haber dejado de amarnos por haber traicionado el pacto de la carne que invita a gozar antes de morir. CPR |
1 comentario:
Yo estaba levantándome y preparándome para largarme a trabajar, cuando lo escuché por la radio, y me enganché a la TV. Recuerdo que al principio pensé que había sido ETA, y pensé "¿cómo se les ha podido ir tanto la pinza?". Y ese día y los posteriores fueron de indignación en indignación: primero, con los cafres desalmados que hicieron la masacre, y luego con los hijos de puta que quisieron engañar a la opinión pública para ganar una elecciones que acabaron perdiendo.
Por cierto, has elegido mi canción favorita de todos los tiempos...
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